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martes, 4 de mayo de 2010

Un volcán erupciona en Islandia


15 de abril de 2010, el volcán Eyjafjalla (Islandia) colapsó todo el tráfico aéreo del continente europeo. Como consecuencia, los aeropuertos de Reino Unido, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos, Noruega, Suecia, Finlandia, Francia, Alemania y los países bálticos cerraron su espacio aéreo al tráfico de aviones. Esto supuso la cancelación de casi 4.000 vuelos, una cuarta parte de los totales planificados. Asimismo, países como España o Italia y algunos aeropuertos de Estados Unidos y Asia también se vieron afectados por la cancelación de varios de sus vuelos. Irónicamente, los aeropuertos de Reikiavik (Islandia) funcionan sin mayores problemas.
Esta situación de crisis generó unas importantes consecuencias para el tráfico aéreo, generando la cancelación de 8.000 vuelos. Dichas consecuencias ya se consideran de una magnitud mucho mayor de las sucedida tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, que llevó a países como Reino Unido a suspender todos los vuelos como medida de precaución.

¿Cómo afecta la erupción de un volcán a los aviones?

A priori, puede resultar dificil de entender cómo es posible que la erupción de un volcán en un punto remoto del planeta puede llegar a afectar al tráfico aéreo de un país, de un continente o incluso a nivel global.
La razón hay que buscarla en la enorme nube de cristales, polvo de roca, gases y cenizas que mide más de 16 kilómetros y que se ha generado a raíz de la actividad del volcán. Dichas partículas pueden no provocar un riesgo de salud para los habitantes de las localidades cercanas a la erupción, ya que dicha nube se estabiliza a una altura de entre 5.000 y 11.000 metros. Gracias a las corrientes de aire, los gases tóxicos se desplazarán cayendo de forma diseminada a medida que avanza.
Dicha nube de gases y cenizas no suele ser visible desde la tierra, ya que se desplaza a una gran altitud. Por ello, se puede desfrutar de un precioso día de primavera, sin darse cuenta de "la que tenemos encima".
Estas cenizas y partículas flotantes contituyen un grave peligro para la seguridad aérea, ya que pueden causar graves daños en el fuselaje de los aviones, cortocircuitos e incluso bloquear los motores.
Una referencia no muy lejana la tenemos en el año 1982 con un avión de British Airways, que sobrevolaba Indonesia. Justo en el momento en que atravesaba una zona volcánica, el volcán Mount Galunggung entró en erupción, generando el bloqueo de los cuatro reactores del aparato. Afortunadamente, los pilotos pudieron dominar el aparato y aterrizar.
Una pregunta evidentes es: ¿Es posible evitar una nube de cenizas volcánicas? La respuesta de los expertos es que no, ya que dichas partículas son invisibles para los radares meteorológicos de los aviones e incluso los pilotos no llegan a verlas hasta que ya están prácticamente encima.
Desde hace años, las aerolíneas tienen como prioridad la seguridad de sus aparatos, tripulantes y pasajeros, por lo que, ante cualquier complicación, se opta por la cancelación o retraso de los vuelos. En el caso de que la situación de posible peligro persista, los aeropuertos no reanudarán su actividad ordinaria hasta que se considere realmente seguro. Uno de los responsables del Eurocontrol comentó (en relación con el caso del volcán de Islandia): "El alcance (de los problemas) es mayor de lo que nunca habíamos visto en la UE".

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